La muerte es una realidad de la que no podemos prescindir; está presente en cada
momento de nuestra vida.
El dolor, el fracaso, la incomprensión, la soledad y el desamparo; la enfermedad y la
vejez, no son sólo palabras que nos impresionan. Son, además, realidades amargas; y
cada uno de los que estamos aquí podría hablar desde su propia y dolorosa experiencia.
Este es el gran escándalo: Que la muerte de millones de personas sea decretada por
unos pocos; y que la mayoría asistimos impasibles a esta ejecución. Todos debemos
aprender a aceptar nuestra propia muerte…
La magnitud del misterio que vamos a celebrar hoy pide de nosotros una actitud reverencial.
En este viernes santo no podemos ser ajenos a la situación que vive la humanidad a causa de la pandemia provocada por el coronavirus. Sin duda es una forma “especial” de acercarnos al misterio de la muerte del Señor y que nos puede dar algunas luces para actualizar su significado.