Nadie pierde por dar amor, porque ofrecerlo con sinceridad, con pasión y delicado afecto nos dignifica como personas. En cambio, quien no sabe recibirlo ni cuidar ese inmenso regalo es quien pierde de verdad. Por ello recuerda, nunca te arrepientas de haber amado y haber perdido, porque lo peor es no saber amar.
Nunca debemos arrepentirnos de haber amado, de habernos arriesgado a un todo o nada por alguna persona, por esa en concreto. Son esos actos los que nos dignifican, los que nos hacen ser humanos y maravillosos a la vez. Vivir es amar y amar es dar sentido a nuestras vidas a través de todas las cosas que hacemos: nuestro trabajo, nuestras aficiones, nuestras relaciones personales y afectivas, nuestra oración, nuestro compromiso por hacer un mundo más digno…
En el mundo con frecuencia viene a faltar el amor, nos falta la alegría y como dice el Papa Francisco a los consagrados, estamos llamados a testimoniar la alegría que proviene de la certeza de sentirnos amados por el Señor.
“¡Tú eres importante para mí, te quiero, cuento contigo!” Jesús a cada uno de nosotros nos dice esto. Sentirse amado por Dios, sentir que para Él no somos números, sino personas; y sentir que es Él quien nos llama».[10]( Alegraos. Carta a los consagrados).
Por eso, este tiempo de ADVIENTO, tiempo en medio de tantas pandemias, es un tiempo maravilloso, del Espíritu, para preguntarle ¿qué más puedo hacer? ¿cómo lo puedo vivir? para que nuestra vida en este ADVIENTO, pueda ser buena noticia para los que sufren, para vendar los corazones desgarrados, para proclamar la liberación a los cautivos y a los prisioneros la libertad, para consolar a los afligidos, dar valor a quienes sienten miedo o se sientan débiles, esperanza para quienes acumulan tanta soledad, horizonte a quienes no han descubierto el gozo de la gratuidad.
Levantaos (Adaptación de Luc 21,27-28)
Levantaos y alzad la cabeza… Los que estáis desanimados, porque el desaliento no ha de tener la última palabra. Los que tenéis miedo, porque hay un Dios de brazos abiertos queriendo acallar vuestras pesadillas. Los que os sentís solos… no lo estáis, Dios está cerca, aunque a veces no lo sintáis. Los que estáis encadenados por memorias hirientes, por estructuras injustas, por etiquetas que excluyen, por rechazos que duelen… levantaos y alzad la cabeza. Mirad al frente con valentía, con coraje, y con esperanza, porque se acerca vuestra liberación.
Una libertad que romperá cepos y cadenas, que vaciará esas prisiones donde uno a veces se siente encerrado. Una libertad que nace del amor. La libertad de quien está dispuesto a poner la vida entera en juego. Aunque el mundo se vea zarandeado por tormentas, dividido por barreras absurdas, golpeado por una desigualdad terrible… no os rindáis, no dejéis de soñar, de creer, y de mirar al frente para adivinar caminos nuevos. Yo estoy cerca.
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